El Yamana, imposible de integrase, "se vuelva con delicia a su casa, a su vida independiente y de vagabundeo" (Hyades).
Eran los fueguinos lo mas bajos de estatura, de 1,44 a 1,64m, de tronco, hombros y brazos muy desarrollados frente a sus enclenques piernas. Tampoco estaban acostumbrado a caminar que en la tierra se tenían siempre sobre una pierna, luego cambiando por la otra, torpes, sin poder mantenerse quietos, caminando inclinados hacia delante, incómodos, inquietos.
Usaban arpón, lanza y honda, esa con una destreza tremenda. No usaban el arco.
Dice Lucas E.Briges : "Para cazar pájaros y pescar, los yaganes usaban arpones de punta de hueso, a veces de mas de treinta centímetros de largo, con muchas barbas. Para despegar mariscos, lapas y a veces para buscar cangrejos, usaban arpones de madera de cuatro puntas firmemente unidas a la vara. Pero para cazar mayor utilizaban un gran arpón de hueso de cuarenta centímetros de longitud, provisto de una enorme púa y fijado en una ranura, medio suelta, en el extremo de una sólida caña de unos cinco metros de largo, bien pulida y terminada en punta. Al arpón estaba atada una correa firmemente sujeta a la caña a la altura del tercio de su largo, del lado de la púa, de manera que cuando el arma entraba en el cuerpo de la foca, de la marsopa y alguna vez en el de una ballena diminuta, y el animal se lancía mas adelante, la caña se soltaba y, arrastrada por la correa, giraba formando ángulo casi recto con la dirección en que nadaba la víctima, cuya velocidad, por consiguiente, se reducía mucho y permitía al perseguidor alcanzar en su canoa al exhausto animal y atravesarlo con otros lanzazos que ponían fin a la lucha."
"Las mujeres tenia métodos propios para pescar. Usaban sedales hechos con sus propios cabellos trenzados ; cerca de la carnada ataban a la caña una piedra perfectamente redondeada con una pequeña ranura hecha ex profeso para sujetar la línea. La canoa, sólidamente amarrada a una mata de algas, tenía una borda al nivel del agua, sobre cual las mujeres tendían sus cañas. Usaban como carnada colas de pececillos, y una vez engullida por la infortunada víctima, la caña era recogida sin sacudidas. Inconsciente del peligro y sin querer abandonar su alimento, el pez se prendía en el, y en cuanto estaba a algunos centímetros de la superficie la diestra mano de la pescadora lo agarraba y lo depositaba en la cesta destinada a ese objeto. [...] Para pescar peces como el pejerrey y el robalo tenían otro sistema ... "
Las conchas mas que comida también les servían para hacer herramienta.
A pesar de que ninguno de los pueblos fueguinos ha practicado alfarería, ni tejidos, los yamanas eran los mejores cesteros.
Los yamanas, como los alakalufs, mantenían permanentemente un fuego en su canoa (sobre un poco de arena). Si se apagaba el fuego, el riesgo era de una muerte por el frío. Hacer el fuego era una de las primeras tareas que hacían cuando en tierra.
Cuenta Lucas Bridges : "Los fueguinos cumplían muy estrictamente ciertas practicas sociales y, aunque el robo y la mentira eran moneda corriente, se consideraba como una ofensa mortal culpar a alguien de mentiroso, ladrón o asesino."
Cuando una mujer da a luz una niña, al día siguiente, aun en los mas riguroso del invierno, toma a la neonata sobre sus espaldas y con ella entra en el agua, sumergiéndose hasta el cuello.
Como las mujeres alakalufes, solo las mujeres yamana saben nadar, y manejan la canoa.
Dice Lucas E.Briges : "... vivían a menudo en lugares donde en una extensión de muchos kilómetros no se encontraba una playa en que fuera posible botar sus canoas al mar. Debían, por conseguir anclarlas, fuera de las rocas en el lugar mas amparado que pudiesen encontrar. Esta maniobra la realizaban las mujeres. Después de descargar la canoa y de que el hombre se hubiese internado en el bosque en busca de combustible, la mujer remaba algunas brazas hacia afuera entre las espesas algas, que formaban un espléndido rompeolas ; juntaba un haz de ramas de aquellas plantas, semejantes a cuerdas, y aseguraba con ellas la canoa, que quedaba así firmemente atada a sus raíces. Cumplida esa tarea, nadaba hacia la costa y corría en busca del fuego de su choza, para secarse y entrar en calor. Las mujeres nadan como perros y avanzan sin dificultad entre las algas. Nunca he visto a un hombre blanco que fuese lo bastante arrojado como para intentar tan peligrosa hazaña. Aprendían a nadar en la infancia ; sus madres las llevaban consigo para acostumbrarlas. En invierno, cuando las algas estaban cubiertas por una fina capa de nieve, ocurría a veces que la niñas dificultaban la natación a sus progenitoras al subirles a la cabeza para escapar de las aguas heladas."
Dice Lucas E.Briges : "... ella se había casado después con un joven de unos dieciocho años que estaba allí a su lado. Elle tenia mas de cincuenta años. Esta diferencia de edad era corriente en los matrimonios yaganes ; hasta que se aconsejaba, no solo para conveniencia de los hombres viejos, sino también para la de los maridos jóvenes, que disponían así de mujeres de gran experiencia que sabían atender a sus necesidades, aconsejarlos bien, manejar las canoas y ayudarles de muchos modos, en circunstancias en que las jovencitas hubieran fracasado."
unas palabras yamana :
Tomas Bridges ha recopilado cerca de 32.000 palabras Yagán, la riqueza de ese idioma es sorprendente, no solamente por su vocabulario, sino tambien por su gramatica. Dice Lucas E.Briges : "La creencia de que eran caníbales no fué la única equivocación de Carlos Darwin con respecto a los fueguinos. Al escuchar sus conversaciones le impresiono la constante repetición de las mismas frases y llego a la conclusión de que su idioma no podía abarcar mas de un centenar de palabras. Nosotros, que le hemos hablado desde niños, sabemos que esta lengua, dentro de sus propios limites, es infinitamente mas rica y expresiva que el inglés o el español. El 'Diccionario Yagán o Yamana-Inglés', escrito por mi padre, contiene no menos de treinta y dos mil palabras e inflexiones, que podrían haber sido considerablemente aumentadas sin apartarse del idioma correcto." Agrega : "Los yaganes tenían por lo menos cinco palabras para el vocablo 'nieve' ; para 'playa' tenían mas aun ; la elección del vocablo correcto dependía de varios factores, ya sea la ubicación de la playa con relación al que hablaba, o al hecho de haber tierra o agua entre el mismo y la playa o la orientación de esta. Las mismas palabras variaban de significado de acuerdo al sitio ; así, une palabra empleada estando en una canoa tenia distinto significado que cuando se pronunciaba para describir el mismo objeto estando la persona en la tierra. [hahshuk, playa guijarrosa, duan, playa pedregosa, lahpicun, playa fangosa, asetan, playa arenosa, wahan, playa sobre la cual se ponen en seco y se dejan las canoas...]
Para expresar relaciones de familia, los yaganes tenían por lo menos cincuenta palabras diferentes, cada una destacando alguna particularidad."
Grande riqueza se muestra también en el uso de los verbos : ata, levantar con las manos, mnikata, elevar en los brazos, kumata, elevar un objeto con la extremidad de otro, gaiata, elevar un objeto con la punta de otro,mulata, levantar una cosa con dos dedos de manera de taza...
Dice Bove (citado de A.Coiazzi) : " La lengua yagana difiere sensiblemente de la de sus vecinos, los alacalufes y los onas ; y mientras las palabras de estos últimos son duras, guturales, formadas de consonantes, las de los primeros son dulces, agradables, llenas de vocales. Esta riqueza de lengua les da a los yaganes una facilidad oratoria verdaderamente sorprendente. Mil veces vi en las chozas a varios ancianos tomar la palabra y seguir en el uso de ella horas y horas, sin detenerse nunca, sin una inflexión de voz, sin señal que revelara el menor esfuerzo en el orador."
Igual como en su idioma, la mitología de los Yamanas presenta una riqueza, una diversidad, una fantasía y una finesa increíbles, sobre todo si se compara con su nivel de cultura material o artesanal, tan rudimentario.
El mito del lobo marino : Había una vez una muchacha joven que se alejó de su casa en Wujyasima y se encaminó sola hacia la meseta, donde se puso a jugar, corriendo tras las olas en reseca y retrocediendo ante los rompientes. Un viejo lobo marino enamorado la observaba sin ser visto, y cuando una ola grande la volteó, se encontró ella con el animal a su lado. Como todas las mujeres yaganes, la muchacha era una gran nadadora, y por lo tanto intentó escapar. Pero manteniéndose entre ella y la playa y obligándola a alejarse cada vez mas de la costa, el lobo marino consiguió por fin extenuarla y ella se vio obligada entonces a apoyarse en el pescuezo del animal.
Ahora que su vida dependía de él, la muchacha empezó a sentir simpatía por su extraña escolta. Nadaron juntos durante muchas millas hasta que llegaron a una gran roca donde había una caverna. La mujer sabia que no podría volver jamas a su casa por sus propios medios, así que decidió aceptar lo inevitable y convivió con el lobo marino en la caverna. Éste le traía peces en abundancia, y como no había fuego, ella se los comía crudos.
Después de un tiempo tuvieron un hijo. Parecía un ser humano, pero estaba cubierto de pelos, como las focas. El niño creció rápidamente, y era un buen compañero para su madre, especialmente después que aprendió a hablar, cosa que nunca consiguió el viejo lobo marino. Sin embargo, era tan bueno y amable que la mujer había llegado a quererlo mucho.
No obstante, ella deseaba con toda su alma ver una vez mas su tierra y su gente. Se las arregló para que él entendiera su deseo, y un buen día los tres partieron para Wujyasima. A veces la madre y el hijo nadaban al lado de su protector, otras, él los empujaba por el agua a gran velocidad y a ratos iban montados sobre su lomo.
Por fin, llegaron a la meseta de ripio. El lobo marino se arrastró fuera del agua y se echó a descansar bajo los templados rayos del sol, en tanto que la madre, con su extraño hijito de la mano se encaminó a Wujyasima. En el pueblo se encontró con algunos parientes, que desde hacia mucho la daban por muerta. Grande fué su sorpresa cuando la mujer les contó su historia y el absurdo pequeñuelo les interesó sobremanera.
Después que se hubo tranquilizado el ambiente, las mujeres del pueblo propusieron ir en cano hacia el Este en busca de mejillones de aguas profundas y de esos erizos del mar, que tienen el tamaño y la forma de manzanas achatadas y cuyo duro cascaron está cubierto de rígidas púas que parecen clavos. La joven madre mas acompaño en la excursión, en tanto que los hombres y los niños quedaban en el campamento.
Los niños empezaron a jugar y el pequeño visitante se unió a ellos con orgullo. Los hombres, sin embargo, deseaban comer carne, y como sabían que había una foca en la playa, tomaron sus lanzas y se acercaron al viajo lobo marino y lo mataron. Cargados de carne, volvieron al poblado y asaron la carne. Los niños olfatearon el delicioso aroma de foca asada y no tardaron en reunirse alrededor del fuego. Cuando llegó el momento de distribuir la carne, se le dio también un pedazo al joven visitante, quien, después de probarla, grito encantado -Amma sum undupa (Es carne de foca).
Comiendo aun, echó a correr por el camino para reunirse con su madre, que volvía en ese preciso momento. El niño corrió hacia su madre y le ofreció el ultimo pedazo de carne que le quedaba diciendo que era muy sabrosa. Ella inmediatamente se dio cuenta de lo que había sucedido. Sacó un erizo de su canasta y golpeó con él a su hijo en la frente. El niño cayó en el agua profunda, e instantáneamente transformado en suyna, el pez de las rocas, se alejó nadando.
Las demás mujeres se dirigieron a las chozas para saborear la carne de foca asada, pero la madre se negó a comer y sola lloró al hijo perdido y al viejo y bondadoso compañero. Nunca volvió a casarse con ninguno de los de su raza.
Si se examina un syuna se advertirá que su cabeza es achatada y está marcada con los hoyitos que dejaron las púas del erizo de mar, lo cual basta y sobra para probar la veracidad del cuento."
(Lucas E. Bridges)
"Igual que muchas otras tribus indígenas, los yaganes creían que en el pasado las mujeres habían gobernado por su magia y astucia. Según lo que ellos mismos contaban, hacia relativamente poco tiempo que los hombres habían asumido el mando. Parece que se había llegado a esto por mutuo acuerdo ; no hay indicio alguno de una matanza total de las mujeres como la que ocurrió entre los onas, a juzgar por la mitología de esta tribu. No muy lejos de Ushuaia quedan restos de lo que una vez fué una vasta población, donde, según se dice, se efectuó una asamblea de indígenas como jamas se vio ni se vera igual. Las canoas llegaban de todos los confines de la tierra de los yaganes. Fué durante esa transcendental reunión cuando los hombres decidieron hacerse cargo del mando."
Eran los fueguinos lo mas bajos de estatura, de 1,44 a 1,64m, de tronco, hombros y brazos muy desarrollados frente a sus enclenques piernas. Tampoco estaban acostumbrado a caminar que en la tierra se tenían siempre sobre una pierna, luego cambiando por la otra, torpes, sin poder mantenerse quietos, caminando inclinados hacia delante, incómodos, inquietos.
Usaban arpón, lanza y honda, esa con una destreza tremenda. No usaban el arco.
Dice Lucas E.Briges : "Para cazar pájaros y pescar, los yaganes usaban arpones de punta de hueso, a veces de mas de treinta centímetros de largo, con muchas barbas. Para despegar mariscos, lapas y a veces para buscar cangrejos, usaban arpones de madera de cuatro puntas firmemente unidas a la vara. Pero para cazar mayor utilizaban un gran arpón de hueso de cuarenta centímetros de longitud, provisto de una enorme púa y fijado en una ranura, medio suelta, en el extremo de una sólida caña de unos cinco metros de largo, bien pulida y terminada en punta. Al arpón estaba atada una correa firmemente sujeta a la caña a la altura del tercio de su largo, del lado de la púa, de manera que cuando el arma entraba en el cuerpo de la foca, de la marsopa y alguna vez en el de una ballena diminuta, y el animal se lancía mas adelante, la caña se soltaba y, arrastrada por la correa, giraba formando ángulo casi recto con la dirección en que nadaba la víctima, cuya velocidad, por consiguiente, se reducía mucho y permitía al perseguidor alcanzar en su canoa al exhausto animal y atravesarlo con otros lanzazos que ponían fin a la lucha."
"Las mujeres tenia métodos propios para pescar. Usaban sedales hechos con sus propios cabellos trenzados ; cerca de la carnada ataban a la caña una piedra perfectamente redondeada con una pequeña ranura hecha ex profeso para sujetar la línea. La canoa, sólidamente amarrada a una mata de algas, tenía una borda al nivel del agua, sobre cual las mujeres tendían sus cañas. Usaban como carnada colas de pececillos, y una vez engullida por la infortunada víctima, la caña era recogida sin sacudidas. Inconsciente del peligro y sin querer abandonar su alimento, el pez se prendía en el, y en cuanto estaba a algunos centímetros de la superficie la diestra mano de la pescadora lo agarraba y lo depositaba en la cesta destinada a ese objeto. [...] Para pescar peces como el pejerrey y el robalo tenían otro sistema ... "
Las conchas mas que comida también les servían para hacer herramienta.
A pesar de que ninguno de los pueblos fueguinos ha practicado alfarería, ni tejidos, los yamanas eran los mejores cesteros.
Los yamanas, como los alakalufs, mantenían permanentemente un fuego en su canoa (sobre un poco de arena). Si se apagaba el fuego, el riesgo era de una muerte por el frío. Hacer el fuego era una de las primeras tareas que hacían cuando en tierra.
Cuenta Lucas Bridges : "Los fueguinos cumplían muy estrictamente ciertas practicas sociales y, aunque el robo y la mentira eran moneda corriente, se consideraba como una ofensa mortal culpar a alguien de mentiroso, ladrón o asesino."
Cuando una mujer da a luz una niña, al día siguiente, aun en los mas riguroso del invierno, toma a la neonata sobre sus espaldas y con ella entra en el agua, sumergiéndose hasta el cuello.
Como las mujeres alakalufes, solo las mujeres yamana saben nadar, y manejan la canoa.
Dice Lucas E.Briges : "... vivían a menudo en lugares donde en una extensión de muchos kilómetros no se encontraba una playa en que fuera posible botar sus canoas al mar. Debían, por conseguir anclarlas, fuera de las rocas en el lugar mas amparado que pudiesen encontrar. Esta maniobra la realizaban las mujeres. Después de descargar la canoa y de que el hombre se hubiese internado en el bosque en busca de combustible, la mujer remaba algunas brazas hacia afuera entre las espesas algas, que formaban un espléndido rompeolas ; juntaba un haz de ramas de aquellas plantas, semejantes a cuerdas, y aseguraba con ellas la canoa, que quedaba así firmemente atada a sus raíces. Cumplida esa tarea, nadaba hacia la costa y corría en busca del fuego de su choza, para secarse y entrar en calor. Las mujeres nadan como perros y avanzan sin dificultad entre las algas. Nunca he visto a un hombre blanco que fuese lo bastante arrojado como para intentar tan peligrosa hazaña. Aprendían a nadar en la infancia ; sus madres las llevaban consigo para acostumbrarlas. En invierno, cuando las algas estaban cubiertas por una fina capa de nieve, ocurría a veces que la niñas dificultaban la natación a sus progenitoras al subirles a la cabeza para escapar de las aguas heladas."
Dice Lucas E.Briges : "... ella se había casado después con un joven de unos dieciocho años que estaba allí a su lado. Elle tenia mas de cincuenta años. Esta diferencia de edad era corriente en los matrimonios yaganes ; hasta que se aconsejaba, no solo para conveniencia de los hombres viejos, sino también para la de los maridos jóvenes, que disponían así de mujeres de gran experiencia que sabían atender a sus necesidades, aconsejarlos bien, manejar las canoas y ayudarles de muchos modos, en circunstancias en que las jovencitas hubieran fracasado."
unas palabras yamana :
Sol : Leum / lëm Luna : Anoka / hánuxa Noche : Lakar Día : Maola Hombre : Ua Mujer : Kipa / Keepa | Uno : Kavuéli Dos : Amaka Tres : Maten Cuatro : Kargá Cinco : Kup'asprá |
Tomas Bridges ha recopilado cerca de 32.000 palabras Yagán, la riqueza de ese idioma es sorprendente, no solamente por su vocabulario, sino tambien por su gramatica. Dice Lucas E.Briges : "La creencia de que eran caníbales no fué la única equivocación de Carlos Darwin con respecto a los fueguinos. Al escuchar sus conversaciones le impresiono la constante repetición de las mismas frases y llego a la conclusión de que su idioma no podía abarcar mas de un centenar de palabras. Nosotros, que le hemos hablado desde niños, sabemos que esta lengua, dentro de sus propios limites, es infinitamente mas rica y expresiva que el inglés o el español. El 'Diccionario Yagán o Yamana-Inglés', escrito por mi padre, contiene no menos de treinta y dos mil palabras e inflexiones, que podrían haber sido considerablemente aumentadas sin apartarse del idioma correcto." Agrega : "Los yaganes tenían por lo menos cinco palabras para el vocablo 'nieve' ; para 'playa' tenían mas aun ; la elección del vocablo correcto dependía de varios factores, ya sea la ubicación de la playa con relación al que hablaba, o al hecho de haber tierra o agua entre el mismo y la playa o la orientación de esta. Las mismas palabras variaban de significado de acuerdo al sitio ; así, une palabra empleada estando en una canoa tenia distinto significado que cuando se pronunciaba para describir el mismo objeto estando la persona en la tierra. [hahshuk, playa guijarrosa, duan, playa pedregosa, lahpicun, playa fangosa, asetan, playa arenosa, wahan, playa sobre la cual se ponen en seco y se dejan las canoas...]
Para expresar relaciones de familia, los yaganes tenían por lo menos cincuenta palabras diferentes, cada una destacando alguna particularidad."
Grande riqueza se muestra también en el uso de los verbos : ata, levantar con las manos, mnikata, elevar en los brazos, kumata, elevar un objeto con la extremidad de otro, gaiata, elevar un objeto con la punta de otro,mulata, levantar una cosa con dos dedos de manera de taza...
Dice Bove (citado de A.Coiazzi) : " La lengua yagana difiere sensiblemente de la de sus vecinos, los alacalufes y los onas ; y mientras las palabras de estos últimos son duras, guturales, formadas de consonantes, las de los primeros son dulces, agradables, llenas de vocales. Esta riqueza de lengua les da a los yaganes una facilidad oratoria verdaderamente sorprendente. Mil veces vi en las chozas a varios ancianos tomar la palabra y seguir en el uso de ella horas y horas, sin detenerse nunca, sin una inflexión de voz, sin señal que revelara el menor esfuerzo en el orador."
Igual como en su idioma, la mitología de los Yamanas presenta una riqueza, una diversidad, una fantasía y una finesa increíbles, sobre todo si se compara con su nivel de cultura material o artesanal, tan rudimentario.
El mito del lobo marino : Había una vez una muchacha joven que se alejó de su casa en Wujyasima y se encaminó sola hacia la meseta, donde se puso a jugar, corriendo tras las olas en reseca y retrocediendo ante los rompientes. Un viejo lobo marino enamorado la observaba sin ser visto, y cuando una ola grande la volteó, se encontró ella con el animal a su lado. Como todas las mujeres yaganes, la muchacha era una gran nadadora, y por lo tanto intentó escapar. Pero manteniéndose entre ella y la playa y obligándola a alejarse cada vez mas de la costa, el lobo marino consiguió por fin extenuarla y ella se vio obligada entonces a apoyarse en el pescuezo del animal.
Ahora que su vida dependía de él, la muchacha empezó a sentir simpatía por su extraña escolta. Nadaron juntos durante muchas millas hasta que llegaron a una gran roca donde había una caverna. La mujer sabia que no podría volver jamas a su casa por sus propios medios, así que decidió aceptar lo inevitable y convivió con el lobo marino en la caverna. Éste le traía peces en abundancia, y como no había fuego, ella se los comía crudos.
Después de un tiempo tuvieron un hijo. Parecía un ser humano, pero estaba cubierto de pelos, como las focas. El niño creció rápidamente, y era un buen compañero para su madre, especialmente después que aprendió a hablar, cosa que nunca consiguió el viejo lobo marino. Sin embargo, era tan bueno y amable que la mujer había llegado a quererlo mucho.
No obstante, ella deseaba con toda su alma ver una vez mas su tierra y su gente. Se las arregló para que él entendiera su deseo, y un buen día los tres partieron para Wujyasima. A veces la madre y el hijo nadaban al lado de su protector, otras, él los empujaba por el agua a gran velocidad y a ratos iban montados sobre su lomo.
Por fin, llegaron a la meseta de ripio. El lobo marino se arrastró fuera del agua y se echó a descansar bajo los templados rayos del sol, en tanto que la madre, con su extraño hijito de la mano se encaminó a Wujyasima. En el pueblo se encontró con algunos parientes, que desde hacia mucho la daban por muerta. Grande fué su sorpresa cuando la mujer les contó su historia y el absurdo pequeñuelo les interesó sobremanera.
Después que se hubo tranquilizado el ambiente, las mujeres del pueblo propusieron ir en cano hacia el Este en busca de mejillones de aguas profundas y de esos erizos del mar, que tienen el tamaño y la forma de manzanas achatadas y cuyo duro cascaron está cubierto de rígidas púas que parecen clavos. La joven madre mas acompaño en la excursión, en tanto que los hombres y los niños quedaban en el campamento.
Los niños empezaron a jugar y el pequeño visitante se unió a ellos con orgullo. Los hombres, sin embargo, deseaban comer carne, y como sabían que había una foca en la playa, tomaron sus lanzas y se acercaron al viajo lobo marino y lo mataron. Cargados de carne, volvieron al poblado y asaron la carne. Los niños olfatearon el delicioso aroma de foca asada y no tardaron en reunirse alrededor del fuego. Cuando llegó el momento de distribuir la carne, se le dio también un pedazo al joven visitante, quien, después de probarla, grito encantado -Amma sum undupa (Es carne de foca).
Comiendo aun, echó a correr por el camino para reunirse con su madre, que volvía en ese preciso momento. El niño corrió hacia su madre y le ofreció el ultimo pedazo de carne que le quedaba diciendo que era muy sabrosa. Ella inmediatamente se dio cuenta de lo que había sucedido. Sacó un erizo de su canasta y golpeó con él a su hijo en la frente. El niño cayó en el agua profunda, e instantáneamente transformado en suyna, el pez de las rocas, se alejó nadando.
Las demás mujeres se dirigieron a las chozas para saborear la carne de foca asada, pero la madre se negó a comer y sola lloró al hijo perdido y al viejo y bondadoso compañero. Nunca volvió a casarse con ninguno de los de su raza.
Si se examina un syuna se advertirá que su cabeza es achatada y está marcada con los hoyitos que dejaron las púas del erizo de mar, lo cual basta y sobra para probar la veracidad del cuento."
(Lucas E. Bridges)
"Igual que muchas otras tribus indígenas, los yaganes creían que en el pasado las mujeres habían gobernado por su magia y astucia. Según lo que ellos mismos contaban, hacia relativamente poco tiempo que los hombres habían asumido el mando. Parece que se había llegado a esto por mutuo acuerdo ; no hay indicio alguno de una matanza total de las mujeres como la que ocurrió entre los onas, a juzgar por la mitología de esta tribu. No muy lejos de Ushuaia quedan restos de lo que una vez fué una vasta población, donde, según se dice, se efectuó una asamblea de indígenas como jamas se vio ni se vera igual. Las canoas llegaban de todos los confines de la tierra de los yaganes. Fué durante esa transcendental reunión cuando los hombres decidieron hacerse cargo del mando."